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Ir a la Casa Azul fue una experiencia extraordinaria. Podíamos ver los retratos tempranos de Kahlo, pero también aprendimos del polio que contrató a los seis años, de accidente y de sus actividades políticas. Vimos el salón en que pintaba. Vimos sus pinturas, sus caballetes, su silla de ruedas y la maquina que Rockefeller le dio para poder mover sus cuadros. Vimos las habitaciones de Rivera y de Kahlo, vimos la multitud de aparatos que tenía que llevar Kahlo para poder caminar y funcionar y vimos una colección increíble de sus vestidos. En el museo dice que Kahlo hizo todo lo posible para no llamarle la atención a su pierna, que tenía que tener amputada. Para mí, la pieza más intima tenia una foto de Kahlo, otra de Diego y otra con los dos con trocitos de su pelo. Era tan intima que no sé si debería haberla visto. Me ha quedado en la memoria como la pieza más destacada.
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